Esta técnica utiliza bandas G (Giemsa) y permite identificar alteraciones sutiles en los cromosomas (hasta 5 megabases). Es especialmente útil en casos de abortos recurrentes, infertilidad, sospecha de malformaciones congénitas o retrasos en el desarrollo. Aunque ofrece mayor resolución que el cariotipo estándar, no alcanza el nivel de detalle de tecnologías como el array-CGH o la secuenciación genómica, pero sigue siendo una herramienta clave en la evaluación inicial de anomalías cromosómicas.